La Catedral de Santa María del Fiore, conocida también como Catedral de Florencia, es uno de los monumentos más significativos de Italia monumental, aunque no sólo se puede considerar como una manifestación de la gran transformación de la que ha dado la arquitectura a lo largo del tiempo. Se sitúa en medio de Florencia, se comenzó el proyecto inicial en 1296 con Arnolfo di Cambio y a la luz de lo que el gótico suponía. La que, artísticamente se definía por altos arcos apuntados, potentes contrafuertes exteriores que enmarcan las preciosas ventanas que incorporaban los elaboradísimos vitrales cuyo único fin era poner en práctica una arquitectura muy ligera que permitía elevar la mirada hacia el intento de ver lo divino.
Evidentemente, mientras se ejecutaba el trabajo de ampliación de la catedral, las nuevas tendencias comenzaron a deslizarse en la obra, rebajando el modelo de la catedral en líneas, añadiendo un mayor punto de solidez y un sentido de volumen. El cambio que supuso una revolución en la arquitectura de Catedral fue la cúpula de Filippo Brunelleschi que se consagró en 1436. Se podría decir que los aportes técnicos que supone no tienen precedentes, pero lejos de ello, la Catedral fue el principio de un cambio de esquema. A partir de lo cual Catedral hace uso de una cúpula doble autoportante, la Catedral pudo alcanzar un centenar de pies de altura, pero más importante aún, obtuvo un sentido de grandeza ofreciendo su esplendor directamente al espíritu del humanismo.
A la par que la arquitectura, el esquema también fue evolucionando, Vinci devuelve la arquitectura a la noción de las proporciones clásicas, la simetría y la simplicidad. Si bien se dio cuenta de que solo cincuenta años después de que la Catedral estuviera terminada en la fachada neogótica, en el siglo XIX, la fachada de la catedral da una lección con su complejidad gótica y su serenidad renacentista. Este tipo de ejercicio en el diálogo de estilos es, pues, una lección en sí misma, en cómo las corrientes artísticas vienen y van, se repiten y se suplantan una a la otra.
Para concluir, la Catedral de Florencia se erige como un testimonio del brillante dominio de las técnicas de construcción, al tiempo que muestra la huella de diversos estilos artísticos. Sus cimientos góticos y la cúpula renacentista de Brunelleschi, y más tarde, su fachada neogótica, la catedral narra la historia de la evolución estilística reflejan los cambios en las percepciones de la estética y la construcción a lo largo de los siglos. De muchas maneras, la Catedral de Florencia es una crónica en piedra, que representa la transición de la Edad Media a la modernidad. A través de su monumental silueta, encapsula siglos de historia, arte y fe.
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